Por Gustavo Nieto
Dentro de la etapa de confinamiento que he pasado en familia dentro de este tiempo aprendí a valorar el amor de Dios que ha tenido con nosotros protegiéndonos, ayudándonos a que no nos falte comida, agua y un lugar donde dormir. Mi familia ha permanecido unida a pesar de todas las dificultades que se nos han presentado y hemos sabido sobrellevar las situaciones, la tecnología se convirtió en nuestro aliado para seguir manteniendo la comunicación entre familiares y amigos. Que la educación ha evolucionado y hoy nos sentamos frente a un computador o una portátil para poder educarnos ya que es nuestro único armamento para seguirnos defendiendo a futuro, que debemos avanzar, el mundo, la sociedad evoluciona y nosotros lo hacemos al mismo ritmo.
Disfrutar de las cosas pequeñas de la vida a compartir con la familia y que todos necesitamos apoyo ya sea social o emocional siempre lo necesitamos; a valorar el café que te tomabas con tu amigo en el bar de la Universidad.
Aprendí hacer optimista que debemos pensar en un futuro, aunque sabiendo que nada será igual. Esta pandemia nos deja una lección importante de vida que las cosas son efímeras que nadie tiene la vida comprada y que las enfermedades atacan sin distinción de raza, clase social o etnia que debemos ser más comprensivos ante la situación que cada persona o familia vive, a leer que es nuestra arma más grande ante cualquier batalla, querer ser cada día mejor persona siempre con buenas intenciones ante cualquier situación, recibir y dar atención es lo más importante para los seres humano. La solidaridad es un valor muy grande que todos los seres humanos lo tenemos y lo hemos expuesto y trasmitido durante la pandemia dar la mano y ayudar se convirtió en lo mejor que podemos hacer en estos momentos, ser solidarios no solo con nuestra familia si no también con nuestros amigos, nuestros compañeros de clases y nuestros compañeros de trabajo, escuchar a nuestra familias, a nuestros amigos mediante una video llamada o una simple llamada telefónica se convirtió en el valor más importante y la demostración de amor y afecto hacia ellos. Pero entendimos que las rutinas son partes de nuestra vida y debemos organizarnos para poder adaptarnos a un mundo mejor para poder realizar todas nuestras actividades sin que el día termine en un colapso total, aprender a cuidarnos a nuestros hermanos, padres, abuelos realizando actividades que no afecten su salud ni tampoco la propagación del virus para así poder mirar hacia un futuro donde nuestra libertad ya no se vea limitada y realizar actividades familiares tenga ciertas restricciones como poder conversar, darse un abrazo y reír sin la necesidad de tener una mascarilla, debemos poner de parte todos para poder crear un mundo mejor y que el virus disminuya y no tener más contagios y que la etapa de confinamiento sea superada por el bienestar de todos de vernos crecer juntos con salud y felices.
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