Diego Vasquez, Dayanna Avilés
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Recorrido de los turistas dentro del parque ecológico
El parque ecológico Chibunga está rodeado de flora y fauna que lo hace un espacio recreativo para todas las personas que lo visitan. Con una extensión de 148.6 km2. Una de las sanciones es de $30 por botar o quemar los desperdicios dentro del parque y $50 si es directamente al rio.
Es sábado, cinco minutos antes de las 8 am, con un cielo nublado, turistas contemplan la naturaleza de los alrededores del área verde.
Lo curioso de todo esto es que varias personas se han agrupado de diferentes formas y en distintos sectores del parque perfectamente separadas unas de otras. Una de las zonas más visitadas por los excursionistas, es la laguna artificial que pasa por debajo del puente principal, elaborado a base de madera, techo de tejas color ladrillo que divide el parqueadero con la entrada al área verde.
Con cabellera blanca, tez de color canela y con un estilo de humor divertido Eduardo Falconí, taxista profesional relató: “varias personas, con ojos azules, altas, blancas, sin duda alguna son extranjeros que vienen a conocer nuestras costumbres, gastronomía y lugares turísticos que posee el establecimiento”.
Desde el puente emblemático se puede observar las esculturas de yeso blanco y uno de color dorado que trata de la obra artística del monumento a Monseñor Leónidas Proaño. Con una corona que representa al obispo en el año 1954 -1985, donde renuncia a su cargo como sacerdote. Su monumento se encuentra ubicado en todo el centro del área recreativa. También se observó otras 3 estatuas más la cual hacen referencia a los indios y pobres de la Sultana de los Andes.
Hombre de tercera edad con una gorra que disimula su blanquecina cabellera y con un arma de fuego, asusta a toda persona que cometa algún delito. José Ibarra, guardia del lugar narró: “existe una multa hacia las personas que arrojen basura dentro del área ecológico. Esta sanción es de $30 por botar o quemar los desperdicios dentro de la zona y $50 si es directamente al rio, ley que es aplicada por el municipio hacia los individuos que de alguna manera incumplan con dicha ordenanza.
En el transcurso del recorrido del área, se observan luminarias que permiten alumbrar las diferentes zonas en donde se realizan actividades físicas por las noches y el famoso trote y cardio en la madrugada. La cancha de básquet es sin duda el lugar en donde las personas bailan, tonifican y ejercitan su cuerpo. La vestimenta que usan para la práctica de la bailo terapia es un calentador, buzo y zapatos deportivos.
La fuerte ráfaga del viento, hace que se formen pequeñas ondas de izquierda a derecha dentro del arroyo. El sonido de los patos y los peces que nadan sin rumbo alguno, atraen la atención de los excursionistas, que deciden pagar la cantidad de $1 por persona, para navegar en los botes que poseen rostros de animales y en su interior constan con dos asientos de ambos lados. Entran cuatro personas en los botes más pequeños y en los más grandes caben seis.
Con una estatura mediana, cabellera ondulada-negra y una sonrisa amigable, Pamela Llerena, encargada del alquiler de los botes comentó: “el estanque lleva formado más de 18 años, este es un negocio de mi abuela que ahora se lo heredo a mi madre”. El río Chibunga, nace de vertientes de aguas cristalinas de las faldas del Chimborazo y desciende por el camino que marca el recorrido de los páramos hacia diferentes sectores de la ciudad.
Por otro lado seis a ocho integrantes, cocinan en fogones de ladrillos sin la necesidad de usar el gas casero, para luego consumir su alimento sentados en el pasto verde de la zona. Padres de familia observan a sus hijos y mascotas como se divierten en los diferentes juegos recreativos que posee el habitad natural.
Del otro lado del viaducto principal, se encuentra Jacinto Choto, vendedor ambulante que con su palabra de convencimiento y los aromas que esparce su carreta por todo el trayecto, el olor a tortilla de maíz, maduro con queso, fritada o los clásicos algodones de azúcar, atraen al consumidor a deleitar los alimentos, sentados en las butacas hechas a base de cemento y piedrillas.
Llega las seis de la tarde, el sol se ha puesto se encienden los faroles del parque, las charlas entre las personas comienza hacerse más concurrentes, sentados sobre bancos de concreto, los gritos de sus pequeños en bicicleta, los clics de las cámaras de sus turistas, vendedores ambulantes con carretas repletas de chocolates, algodón de azúcar y bebidas de varios sabores.
Personajes de la mágica ciudad de los Andes, se dan cita todos los días para regar los árboles, platicar sus anécdotas de vida y cantar sus canciones preferidas. El corazón de los riobambeños palpita a oscuras, mientras esperan el amanecer del día siguiente para volver a aquel lugar lleno de historias que mantiene vivo a Ciudad Bonita.
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