Por: Erika Erreyes
Hace ya casi cuatro meses que gran parte del mundo se detuvo. Los encuentros con brazos abiertos hicieron pausa para enfrentar una cuarentena que para bien o mal, la necesitábamos. Era tiempo de parar, de pausar nuestras actividades, nuestros encuentros con amigos y los reconfortantes días de diversión. Parar, para cuidar al resto e incluso a nosotros mismos. Dar un paso al costado y permanecer encerrados hasta hoy, ha sido lo más tenaz que enfrentamos, pero ¿quién ve el lado positivo?
Sí, quizá es algo que no nos enfrentábamos todos los días, pero esto nos ha enseñado a valorar cada minuto de lo que vivíamos constantemente. Esta pausa nos ha permitido valorar todo lo que teníamos antes, y es que en lo cotidiano terminamos dando por hecho miles de cosas que hoy anhelamos intensamente, desde salir o hacer cosas que en algún momento lo repetíamos "algún día". Sin embargo, no hay Covid que por bien no venga, aunque todo nos parezca "malo" siempre existirá algo que sea positivo: la unión en familia, el tiempo que tenemos con nuestros padres son unas de las lecciones que esta situación nos deja.
Si hay algo positivo que debemos agradecer al coronavirus, es que nos ha regalado calidad de tiempo, el que pudimos disfrutar con nuestros seres queridos. Al permanecer en casa, estamos reconociéndonos, compartiendo tiempos juntos y sobre todo, valorando a quienes más amamos. Aunque no sea en las mejores circunstancias para disfrutar, agradecemos que de lo malo siempre hay algo bueno por el cual sonreír. No solamente nos ha regalado momentos agradables con nuestra familia, sino muchas lecciones han sido notables a lo largo de este encierro, es que no solamente valoramos más nuestro círculo, sino también el trabajo que hacía que muchas veces digamos, “quiero vacaciones”, pero hoy es todo lo contario, “quiero trabajar”.
El Coronavirus es la enfermedad que más muertes ha causado en el mundo, sin duda alguna nos ha arrebatado actividades que íbamos a hacer en los anteriores meses, pero no todo está perdido, el Covid-19 nos ha dejado grandes experiencias, los momentos que quizá, fueron largos, pero hoy son cortos.
La lección que ha marcado en mi vida es valorar más la comida, porque vivo sola en Guayaquil y la única manera de guardarla, era en el refrigerador; pero había días que no llegaba a casa (por razones cuestionables) y mi almuerzo o merienda lo consumía en la calle, a veces. Es por esta mi conclusión del valorar más, más la comida que votábamos, porque hoy hasta un arroz con huevo, es el plato más caro.
Más tarde cuando nos permitan salir con normalidad, nos volveremos a ver, a dar ese abrazo más fuerte, esa risa con nuestros amigos será más larga, y quizá digamos que la pandemia nos arrebató la vida de quienes más amábamos, pero no las esperanzas de seguir viviendo con más fuerza, con más valor. Este virus va a terminar tarde o temprano. Mientras tanto, espero que el virus nos haga entender mejor, que todos somos seres humanos, y que cuando unimos nuestras fuerzas, podemos lograrlo todo e incluso frenar el brote de un Covid-19.
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