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El covid reforzó lazos familiares

  • Foto del escritor: NTE Express
    NTE Express
  • 24 jun 2020
  • 2 Min. de lectura

Kassandra García Abad


La crisis provocada por el nuevo coronavirus ha sumido al mundo en la incertidumbre, cuando en el pasado 7 de diciembre se detectó el primer caso de covid-19 en la ciudad China de Wuhan. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el 21 de junio este virus alcanzó un nuevo récord al registrar ese mismo día 183.020 en nuevas infecciones a nivel mundial.


Durante casi cuatro meses, hemos vivido una realidad en que ocasiones las veíamos en películas de ficción, como el conocido filme de ‘Contagio’, de aquellos capítulos o escenas trágicas de una ciudad desierta, supermercados sin abastecimientos, familias devastadas, cadáveres en las calles y los gritos de agonía de los miles de enfermos.


Esta situación inédita y caótica ha puesto en desbalance al mundo de la noche a la mañana. Sin embargo, estas últimas semanas nos hemos enfrentado a pérdidas enormes y escenarios terroríficos que demuestran la fragilidad de la vida y que todo puede cambiar desde nuestra realidad, manera de vivir, forma de pensar y hasta nuestros sueños. Este virus ha atacado una de las cualidades intrínsecas del ser humano: la sociabilidad, en iniciar un largo retiro y quedarnos en casa muchas semanas seguidas, separados de nuestros amigos, compañeros y familiares.


A estas alturas, ya nadie ignora que la pandemia no es solo una crisis sanitaria. La humanidad está viviendo con miedo, sufrimiento y perplejidad de pasar por una experiencia drástica. Esta realidad se vuelve impredecible con el descomunal temor de la existencia al notar que las cifras cada día varían. A nivel global, la cantidad de decesos supera los 469.000 millones, según datos del portal web RTV.


Pero en medio de todas las noticias preocupantes, también hay razones para encontrar esperanza en medio del aislamiento, o en lo que solemos llamar soledad. Nos encontramos ante un momento crítico de la historia en el que podemos convertir la adversidad en una ventaja y construir un mundo mejor.


Sin embargo, en muchos casos esta crisis ha traído pérdidas, pero también ha permitido recordar lo importante de la unión familiar, quizás habíamos olvidado la sensación de conversar o de sentarnos juntos a la hora de la cena. Hoy ya no vivimos la monotonía de un mundo, ni corremos contra tiempo, lo único que buscamos es mantener esa cercanía real que nos permitió demostrar la capacidad de solidaridad y empatía con los demás, esto nos volvió más sensibles y cercanos.


El mundo que nos vamos a encontrar va a ser absolutamente diferente, es el momento de prepararse para el futuro. Debemos hacerlo demostrando fortaleza ya que los cambios son inevitables, a tal grado que nuestra forma de percibir la vida se volvió diferente. El eje de la rutina diaria cambió de repente y no sabemos cuánto tiempo durará esta contingencia.


A pesar de esta dura situación, compartimos los mismos miedos y las mismas amenazas; pero también la misma esperanza de ser capaces de volver a empezar después del coronavirus, en comportarnos y actuar de una manera mucho más responsable y solidaria para un futuro más allá de la pandemia.

 
 
 

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