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El coronavirus (COVID 19) es una enfermedad infecciosa iniciada en Wuhan (China), el 31 de diciembre de 2019. El contagio se registra al contacto con la persona contaminada, si se toca los ojos, la nariz o la boca.
El primer caso reportado en Ecuador fue el de una mujer ecuatoriana que ingresó al país el 14 de febrero desde un vuelo que llegaba de Madrid. La "paciente cero", de 71 años, murió como consecuencia del virus.
En la actualidad según las cifras de ULTIMA HORA ECUADOR (noticiero digital): se registran 50.915 casos positivos de coronavirus, 7.106 personas fallecidas con coronavirus, 485 hospitalizados estables y 20.577 se mantienen estables en aislamiento domiciliario. Ecuador ocupa el segundo lugar en número de muertes por el COVID-19 después de Brasil.
El gobierno clasificará a las provincias en: rojo, naranja o verde, con base a las recomendaciones del Ministerio de Salud Pública, de acuerdo a la evolución de las regiones.
La poca presencia de personas por las calles generó que algunos animales se movieran tranquilos por la ciudad. Los están animales libres, haciendo su vida, recuperando espacios que los seres humanos les quitaron en su afán de: modernidad e industrialización.
El ambiente respiraba a inicios de la cuarentena mundial días más aliviado gracias a la menor recurrencia de gente y vehículos por las calles. Mientras la contaminación atmosférica descendía a niveles que hacía tiempo no se registraban, la naturaleza recuperaba espacios urbanos conquistados y explotados en exclusiva por el ser humano, como ríos, parques y playas, es uno de los efectos indirectos pero positivos de esta pandemia inédita.
La epidemia y las medidas tomadas para contrarrestarla han creado un choque psicológico en nuestras sociedades. Habrá consecuencias en las políticas medioambientales. En definitiva, las crisis por el coronavirus y por el calentamiento global son similares. Es cuando estamos frente a la catástrofe que se toman decisiones contundentes, aseveró el experto francés en cambio climático, Hervé le Treut.
Los expertos vaticinaban que esta restauración sería de corta duración, al menos hasta que la gente retomara sus actividades. Y así fue. La contaminación volvió a su ritmo, una vez que las ciudades pasaron de rojo a verde, porque las personas cuando reanuden sus actividades normales salgan a dañar de nuevo el ambiente y animales, las industrias como fábricas sean particularmente contaminantes.
Esta pandemia nos demuestra la fragilidad de los animales y la naturaleza, no salir de casa para que el mundo pueda descansar de tanta contaminación. La crisis del coronavirus ha dejado en segundo lugar otra crisis de igual o peor relevancia, la emergencia climática. Después de la pandemia tenemos que reconocer que debemos cuidar del mundo en el cual vivimos. Tener la capacidad de aprender de nuestros errores y corregir parte de nuestras actividades, o bien comprobar si seguimos con la misma actitud de los últimos años.
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