Sara Auz
Esta pandemia del Covid-19 ha marcado la vida de millones de personas, ha hecho que las familias se unan más que nunca, que estén preocupados y se cuiden los unos a los otros. En estos tiempos la única solución para evitar enfermarse es permanecer en casa, lugar al que muchos no estaban acostumbrados por el ajetreo y varias actividades del día a día o simplemente algunos preferían pasar en la calle, salir con amigos entre otros. Pero con todo esto nos dimos cuenta que el hogar en estos tiempos es el único lugar donde se puede estar a salvo.
Se volvió extraño tener a la familia unida, pero no manteniendo el contacto o saludarnos como estamos acostumbrados. Sino que, estando en casa, uno mismo debía guardar la distancia para evitar cualquier contagio. El miedo se apoderó de cada uno al ver que todos los días en las noticias solo informaban que los pacientes con esta enfermedad aumentaban y la gente moría día tras día. Aquel miedo hizo doblar las rodillas hasta a las personas más incrédulas, creyentes y no creyentes, de las religiones que sean. Eso llevó a la familia unirse en oración para pedir que todas las personas se sanen y que todo sea normal como antes.
Era una rutina salir a divertirse a diferentes lugares, practicar deporte, ir al gimnasio o al cine. Lo importante no solo era eso, sino permanecer en unión. Este confinamiento a raíz del Covid-19 ha puesto a las familias en una situación excepcional, la de pasar las veinticuatro horas juntos, en casa. Una situación agobiante pero, también, una oportunidad de pasar un difícil examen familiar en el que no hace falta sacar un sobresaliente; con un aprobado, basta.
Aprendimos a que no es necesario visitar a un familiar para saber que están bien o pasar un fin de semana con ellos, porque la comunicación creció a través de las redes sociales, aquellas personas a las que quizás les escribíamos cuando nos acordábamos llegamos a escribirle todos los días para saber cómo estaban.
Llegamos a comprender que en realidad nuestra familia de primera, segunda, tercera y cuarta generación si nos importan, que a pesar de no estar con ellos todos los días nos interesaba saber sobre la salud de cada uno de ellos.
Este virus pudo haber sido el peor de la historia, quizás arrebató la vida cerca de 500 mil personas a nivel mundial, pero no quitó la esperanza, lucha y fe para vencerlo y salir adelante. Con el paso del tiempo solo nos queda acoplarnos a esta nueva “normalidad” algo donde nadie estaba preparado, pero que sin duda nos deja una lección muy importante la unión familiar algo que se estaba perdiendo en estos últimos tiempos. Como lo dijo la psicóloga, Maribel Martínez, especialista en terapia familiar y autora del libro ¿Cuántas veces te lo tengo que decir? Este virus ha hecho que los padres pasen más tiempo con los hijos que aprendan a conocerlos y cumplir con el rol de maestro y psicólogos para poder entenderlos y que ellos hagan lo mismo.
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