por José Vargas
Si alguna vez Guayaquil se detiene, si algo deja de andar ardiendo por sus calles, si la voz del pueblo deja de ser palabra, si sus manos se olvidan de volar y duermen, no es Guayaquil. Veinte años después de los 1800, la Perla de Pacifico se independizó del yugo español y pasó a ser la segunda ciudad del Ecuador en ser libre, una libertad que festejará sus doscientos años de una manera impensable, más si se firmó el acta de Independencia en una sala con el abrazo de los patriotas al conseguir su objetivo y acordar declarar la independencia por el voto general del pueblo, documento que se redacta en ese mismo momento y es firmada por Jose Joaquín de Olmedo. Este escrito es testimonio del esfuerzo y patriotismo de los hijos de Guayaquil, representados magistralmente por los próceres de la revolución.
Dos centenares de años luego del acto que vio nacer al celeste y blanco en una asta tan alta que se confunde con el cielo, los escritos siguen con la misma fuerza para cambiar a un país, aunque han sido tiempos difíciles, según datos del Sistema Integral de Información Cultural (SIIC) del Ministerio de Cultura, el sector editorial ha acumulado pérdidas por 17 millones de dólares entre marzo y mayo de este año, a causa de la emergencia sanitaria. Pero la literatura nunca cayó bajo los brazos asfixiantes de una pandemia, que dejó en letras a las oraciones de las personas hacia el cielo, el ministerio ecuatoriano de Cultura inauguró los “Jueves de Libros”, un espacio de entrevistas a actores del sector editorial, en medio del COVID-19, con esta iniciativa se busca fomentar el interés por la lectura a través de la observación del trabajo de escritores, editores, gestores, libreros, educadores y otras personas relacionadas al ámbito del libro.
Quizás después de tanto tiempo, la literatura en todos sus géneros volvió a tener la relevancia que se merece, al mismo tiempo de que fue el pilar fundamental de cuando la tiranía es ley la revolución es orden, también de que une y rompe las barreras que alguna vez se planteó el mundo para dividirnos en continentes. Como Guayaquil están todas las ciudades del mundo, pero hay algo que la hace diferente, un pequeño secreto llamado libertad, que está escrito y marcado como uno de los actos más valerosos de América Latina. Tal vez cuando el grito de independencia contra la pandemia se escuche por todas las calles que ven en nostalgia para celebrar el cumpleaños de su ciudad, sea una nueva liberación para la Perla. Posiblemente, no vamos a poder abrazar, bailar y cantar como los eventos nos enseñaron para disfrutar cada año, pero vamos a apreciar todo lo que hemos podido vivir y escribir así nuestra propia acta, una que presente cada minuto por el cual batallamos, sobrevivimos y defendimos a cada persona que juramos proteger ante nuestra bandera blanca y celeste. Este cumpleaños lo vestimos en letras, en escritos que nunca se olvidarán.
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